Culiacán, Sinaloa.- En Sesión Solemne el Congreso del Estado entregó este miércoles el premio a la Mujer Rural Sinaloense, en su primera edición, a la señora Juliana Zepeda Pérez, quien lo recibió con lágrimas en los ojos y agradeció a quienes le enseñaron el oficio de la alfarería y a quienes la siguen impulsando.
La entrega del premio es “un justo reconocimiento por su distinguida contribución, sus sobresalientes acciones, virtudes, trayectoria y participación en el desarrollo sostenible del Estado sinaloense, siendo un ejemplo a seguir para las mujeres rurales sinaloenses”, se lee en el dictamen emitido a favor de la galardonada.
Desde su entrada al Congreso, cuando fue recibida con una lluvia de aplausos, el rostro de la señora Juliana Zepeda se vio apretado para no soltar el llanto. Finalmente las lágrimas se liberaron cuando se le entregó un diploma y se le colocó una medalla que luce en una de sus caras el escudo de Sinaloa y en la otra el escudo del Congreso del Estado de Sinaloa, además de un premio en efectivo de 25 mil pesos.
Antes de la entrega se leyó el dictamen del Jurado Calificador (integrado por la Junta de Coordinación Política y las Comisiones de Igualdad de Género y Familia y la de Asuntos Agropecuarios), por parte de la diputada Almendra Ernestina Negrete Sánchez, presidenta de la Comisión de Equidad de Género y Familia.
En el dictamen se precisa que “la persona galardonada reúne una concepción integradora de valores humanos, resaltando que las mujeres rurales son agentes de cambio, campesinas productoras de alimentos, trabajadoras que luchan por el bienestar de sus poblaciones, indígenas que defienden sus costumbres y emprendedoras protagonistas del desarrollo sostenible del campo en el ámbito social, económico y ambiental , toda vez que realizan infinidad de actividades que contribuyen al desarrollo de sus familias y de sus comunidades”.
La entrega del premio contó con la participación de la Banda de Guerra del plantel 27 de Cobaes, y para ambientar se tuvo el canto de la artista María Inés Ochoa, quien entonó las melodías “Campesina” y “El Barzón”.
La galardonada, la señora Juliana Zepeda, quien llegó acompañada de varios de sus hijos y un grupo de mujeres de El Valle de Arriba, la comunidad de Mocorito donde vive, agradeció a quienes le enseñaron alfarería y a quienes la siguen estimulando para que mantenga el oficio vigente.
En nombre del sector de quienes mantienen la alfarería en Sinaloa, pidió apoyo para que no se acabe esta tradición, que se hace con mucho amor.
“Mi trabajo me gusta, es muy bueno, me sirve como un deporte. Yo me relajo. Y si no estoy haciendo, me siento pensando cosas, y yo trabajando me dedico a lo mío. Ojalá que todo el tiempo esté yo buena para seguir trabajando”, expresó.
Luego de haber derramado lágrimas cuando recibió el premio, la garganta se le seguía atragantando y abiertamente confesó que tenía muchas cosas dentro pero que no le salían.
Los aplausos que la recibieron se volvieron a escuchar para apoyarla y retronaron nuevamente cuando de mano saludó en agradecimiento a cada diputado y diputado al terminar de hablar en tribuna.
Ante la solicitud de apoyo, el presidente de la Junta de Coordinación Política, Feliciano Castro Meléndrez, hizo el compromiso, al subir pronunciar un mensaje, de que el Congreso del Estado convocará a un Encuentro de Artesanos y Artesanas para darle la dimensión que merece, porque ahí está la historia de Sinaloa y ahí se condensa su cultura.
Asimismo, se pronunció por impulsar una transformación de Sinaloa que ponga en el centro justamente la herencia cultural del medio rural en las zonas urbanas, y que no es otra cosa más que el soporte de una nueva dimensión de la política: el humanismo solidario.
“Esto es justamente a lo que nos convoca las reflexiones de doña Juliana el día de hoy”, dijo.
Durante la entrega del premio también intervinieron con mensajes el presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Jesús Iván Chávez Rangel, y el secretario general de Gobierno, Enrique Inzunza Cázarez, quien llevó la representación personal del gobernador Rubén Rocha Moya.
Ambos resaltaron la creatividad de los habitantes de la comunidad de El Valle, donde vive la galardonada, con un dicho popular que dice que “ni mandándolo a arreglar al Valle”.
Los dos resaltaron la importancia de la mujer campesina para el desarrollo no sólo de sus comunidades, sino de todo Sinaloa y el país.